En 1799 el militar que más fama había adquirido en el ejercito de la primera República francesa fue Napoleón Bonaparte. El joven general había nacido en 1769 en Ajaccio (Córcega) de una familia de burguesía media. Desde muy joven estudió en la escuela militar de París, donde obtuvo el grado de subteniente de artillería.
Cuatro años después de la Revolución francesa ya era capitán y a los 24 años general de brigada.
En 1796 el general Bonaparte recibió del Directorio el mando del ejercito francés en Italia, donde obtuvo grandes victorias.
A Egipto, para cortar las comunicaciones británicas con la India, tomó Alejandría y el Cairo, tras la famosa batalla de las pirámides.
En el verano de 1798 Bonaparte fue derrotado en el Mediterráneo por la escuadra inglesa del almirante Nelson, aunque consiguió escapar de Egipto y desembarcar en el sur de Francia.
La política expansionista del Directorio llevó a las Monarquías europeas a organizar una segunda coalición integrada por Austria, Inglaterra, Rusia, Turquía y Nápoles.
En un principio Prusia se mantuvo neutral y España continuó su alianza con Francia.
Napoleón, con un grupo de partidarios, dio el golpe de Estado el 18 de Brumario del VII (9 de noviembre de 1799) que acabaría con el Gobierno del Directorio.
La Revolución francesa - El Imperio napoleónico (Tema 2)
La Guerra de independencia y el reinado de Fernando VII (Tema 3) - Documental completo
PARTE 1a
A finales de 1807, Napoleón estaba decidido a estrechar el bloque continental sobre Inglaterra para lo cual necesitaba impedir el trafico comercial de Portugal con los británicos.
De ahí firmase con España el Tratado secreto de Fontanebleau (1807) que preveía la ocupación conjunta de Portugal por parte de Francia y España.
Pero Napoleón, aprovechando la profunda crisis de la monarquía española, decidió sacar partido a la familia real para acceder al trono de España. En Marzo de 1808, una conspiración instigada por Fernando, primogénito de Carlos IV, contra el favorito Gadoy, acabó originando la abdicación de Carlos IV en su hijo y heredero, Fernando VII.
Napoleón logró encontrar a Fernando en Bayona, donde también hizo llegar a Carlos IV. Allí obtuvo que Fernando devolviera la corona a su padre y que este renunciara a sus derechos al trono español en Napoleón (Abdicación de Bayona) y nombró como Rey de España y de las Indias a su hermano José, hasta entonces Rey de Nápoles. La junta de gobierno y el consejo de castilla, que ejercían el poder tras la marcha de la familia real, se pudieron bajo la autoridad de José Bonaparte, que reinó como José I de España.
El contexto internacional era muy favorable al régimen absolutista restaurado por Fernando VII ya que, tras la derrota de Napoleón, se configuró en Europa un nuevo sistema surgido del Congreso de Viena (1815), orientado a defender las monarquías absolutistas.
Pero en el interior, la monarquía española tuvo que hacer frente a una grave crisis económica motivada por diversas causas: la devastación originada durante los seis años de guerra, la secular crisis de la hacienda real, la coyuntura europea de depresión económica.
El 1 de enero de 1820 Riego proclamó la Constitución de 1812. El 9 de marzo , ante la extensión del movimiento revolucionario, el monarca se vio finalmente obligado a jurar la Constitución.
Inmediatamente se decretó la amnistía para los liberales encarcelados y se restableció la legislación liberal vigente entre 1810 y 1814. De forma espontánea surgieron en todo el país las “sociedades patrióticas” reuniones de liberales.
Pronto surgieron diferencias entre los liberales, que se dividieron en dos tendencias o facciones: los doceañistas, que pretendían aplicar la Constitución de 1812 en sentido moderado, y los veinteañistas, o exaltados, que aspiraban a una aplicación estricta de las reformas políticas, sociales y económicas establecidas en la Constitución de Cádiz, incluida la supremacía de las Cortes ante el rey.
Durante el trienio, Fernando VII hizo desde el principio todo lo posible para obstaculizar el régimen liberal .
El clima de confrontación entre la milicia nacional, de orientación liberal, y las partidas realistas favorables al absolutismo, fue en aumento.
Fernando VII, que conspiraba en secreto para conseguir la intervención militar de las potencias absolutistas de la Santa Alianza (Prusia, Austria, Rusia y la Francia de Luis XVIII) logró finalmente su propósito. Tras el Congreso de Verona (1822), un ejercito francés al mando de Luis Antonio de Borbón, invadió España en abril de 1823.
La fuerza de las armas hizo inevitable la restauración absolutista: Fernando VII se convertía de nuevo en monarca absoluto.
Fernando VII, ayudado por los contingentes de tropas francesas que se quedaron en España en misión de vigilancia, emprendió una represión contra los liberales mucho más dura que la de 1814. Muchos se vieron obligados a exiliarse en Francia y Gran Bretaña.
En el terreno económico, la crisis hacendística se agudizó debido a la pérdida de las colonias americanas, exceptuando Antillas y Filipinas. Durante esta década, los realistas se escinden en moderados y ultrarrealistas que paradójicamente van a conspirar contra el rey, cuya actitud juzgan demasiado blanda.
PARTE 2a
PARTE 3a
PARTE 4a
PARTE 5a
Las Grandes Revoluciones (Tema 4)
En torno a 1820 se iniciaron en varios países nuevos conflictos revolucionarios. La incitación revolucionaria fue generalmente promovida por varias sociedades secretas, en su mayor parte masónicas; la más conocida fue la de los Carbonarios.
España fue el primer país donde se produjo el definitivo levantamiento militar que iba a imponer un régimen liberal. La revolución la inició en enero de 1820 el Comandante Riego; con el apoyo de muchos militares y políticos se consiguió que Fernando VII jurara la constitución de 1812. Durante el llamado trienio liberal se logró una serie de cambios en el régimen monárquico español, aunque en 1823 esta revolución fue sofocada por las tropas francesas, enviadas por la Santa alianza.
El reinado de Isabel II de España (Tema 5)
La muerte de Fernando VII dejó el poder político en manos de su viuda María Cristina de Nápoles. El estallido de la Guerra Civil hizo derivar la situación hacia un liberalismo moderado, en primer lugar, y luego hacia un liberalismo pleno.
La figura más destacada de la política española es este período de transición fue Francisco Cea Bermúdez que prometió cambios y reformas administrativas.
El más importante de sus colaboradores fue Javier de Burgos, al que se debe la división de España en provincias.
Sin embargo, el programa fue superado por las circunstancias y en tan sólo unos meses los acontecimientos desplazaron del poder a Cea Bermúdez.
Una amnistía permitió el regreso de los exiliados liberales que, procedentes de un liberalismo radical, con el paso del tiempo de habían vuelto más moderados. Con toda probabilidad fue la guerra civil la que impulsó a la regente a optar por ellos, como una especie de tercera vía entre los partidarios del antiguo régimen y los liberales exaltados. Al frente del gobierno puso a Martínez de la Rosa, antiguo liberal radical.
La unificación italiana y alemana. Consecuencias del Imperialismo (Tema 6)
A comienzos del siglo XIX Italia pero sólo una unidad geográfica y cultural formada por un mosaico de estados y ocupada por potencias extranjeras.
La península de Italia, tras el Congreso de Viena de 1815, se encontraba dividida en siete estados: el reino de Piamonte, cuya capital era Turín, que estaban regidos por la dinastía Saboya. El Milanesado y le decían que pertenecían Austria. El reino de Las dos Sicilias, como Nápoles como capital, bajo la soberanía de los Borbones. Los Ducados de Parma, Modena y Toscana; la Romaña y las Marcas, y el reino de la ciudad de Roma, que pertenecía a los Estados Pontificios. En todos esos casos se produjeron desde 1815 hasta 1870 movimientos revolucionarios influenciados por las revoluciones americanas, de las que tomaron la idea de independencia y dignidad nacional.
Mientras tanto, los ideales nacionalistas continuaban propagándose por los estados italianos incentivados por el progreso económico.
El movimiento obrero (Tema 7)
La segunda revolución industrial aumenta la importancia del sector en los países más desarrollados, tanto económicamente como socialmente; y transformar la sociedad: crecen las ciudades, se eleva el nivel y la calidad de vida, cambiar las mentalidades, y la industria y las finanzas influye en las decisiones políticas e incluso en las relaciones entre estados.
Los grandes avances técnicos perfeccionan la maquinaria y multiplica la producción, lo que permite abaratar los precios y controlar los mercados. Las industrias que nacen entonces suelen extender al poder financiero de un solo individuo; por ello aparecen nuevas formas asociativas-Las sociedades anónimas-, que limitan los riesgos del inversor al reunir los capitales de varios socios y hacen sus productos más competitivos provocando con frecuencia las ruinas de las pequeñas industrias. Para afrontar la situación, las empresas deben modernizar su maquinaria a costa de grandes desembolsos, posibles en muchos casos gracias a los créditos bancarios, que a veces cobran en acciones de la sociedad. Así la banca se hace empresaria. Por tanto, concentración financiera e integración capitalista son efectos y a la vez causa de gran crecimiento industrial del momento.
Por entonces aparece en las grandes empresas el trabajo en cadena o taylorismo, ello revierte el mayor efectividad. Por tanto con el taylorismo se nacionalizara el trabajo y comienza la producción en masa.
La restauración en España (Tema 9)
Los últimos años del reinado de Isabel II se caracterizaron por una gran inestabilidad política y económica. Desde 1866 se acabaron los ya tradicionales problemas financieros, derivados de la falta de rentabilidad de los ferrocarriles y de la mala gestión de las cuentas públicas desde el punto de vista político la situación era insostenible. La reina cada vez estaba más obra y más alejada de la vida política, pues la Unión Liberal, que había sido el más importante sostén de la monarquía, había sido expulsado del gobierno en junio de 1866.
En apoyo de la reina sólo quedaba el general Narváez, pero su muerte en abril de 1868 la dejaría en manos de González bravo, cuya política al frente del gobierno de granjear la enemistad de los pocos liberales que todavía apoyaba la monarquía.
La Primera Guerra Mundial (Tema 10)
Desde principios del siglo XX las potencias mundiales se enfrentaron en distintas crisis: las coloniales entre Alemania y Francia por el dominio de Marruecos, y las balcánicas de carácter nacionalista, entre austeridad-Hungría y Rusia por el predominio de la zona.
La primera crisis (colonialista) entre Francia y Alemania comenzó en 1905, cuando el emperador Guillermo II pronunció en Tánger un discurso defendiendo la independencia de Marruecos y de su comercio contra la influencia francesa. En 1906 se reunió en Algeciras una Conferencia Internacional para resolver el problema marroquí y se decidió otorgar a Francia y España el control de los puertos marroquíes. Esta solución significó un fracaso para Alemania.
La segunda crisis fue balcánica. El trono de Serbia lo ocupaba desde 1903 el rey pro-ruso Pedro I, que deseaba unir a todos los eslavos contra Austria-Hungría, potencia predominante en la zona balcánica. Rusia, que había perdido en 1905 la guerra contra Japón, estaba interesada también en los Balcanes. En 1908 el imperio austríaco se anexionó Bosnia-Herzegovina para reprimir el nacionalismo eslavo y aunque Rusia y Serbia se opusieron, al fin tuvieron que aceptar el predominio austriaco.
Stalin, el imperio del mal (Tema 11)
Desde finales del siglo XIX en el régimen zarista se debatía entre el arcaísmo y la modernidad. La modernización originó que muchos obreros adoptasen el marxismo y otras ideologías revolucionarias. Pero todos estos cambios sociales y económicos no significaron un cambio de la política inmovilista del zar Nicolás II.
En el ámbito político aparecieron una serie de partidos clandestinos. Los Kadetes, (Partido demócrata constitucional), estaba compuesto por liberales. Los socialistas populares agrupaban a intelectuales y campesinos acomodados de carácter nacionalista. El Partido Socialdemócrata ruso, que preconizaba la toma del poder por los trabajadores, y vivió en 1903 en dos fracciones: la mayoría (bolshinstvo) y la minoría (menshinsvo), de dónde vienen los nombres de Bolcheviques y Mencheviques.
Los Bolcheviques constituyeron el Partido Comunista para subrayar su ruptura con los socialistas moderados y se declararon partidarios de la insurrección popular y de la constitución de la “Dictadura del proletariado”.
El reinado de Alfonso XIII (Tema 12)
El reinado de Alfonso XIII, inaugurado el 17 mayo de 1902 al cumplir éste 16 años, coincidió con la etapa de crisis del sistema político de la Restauración implantado en 1876.
Son muchas las causas de esta crisis. Por una parte, tras la desaparición de los dos grandes líderes de los partidos del turno, Cánovas (1897) y Sagasta (1903), se produjo una creciente fragmentación de ambos partidos en distintas fracciones rivales ante la ausencia de un liderazgo fuerte. El pacto entre las élites políticas se hizo más difícil que en la primera etapa del régimen. Los cambios de gobierno se sucedieron y la inestabilidad política fue en aumento.
Desde el principio Alfonso XIII mostraba su decidida intención de intervenir activamente en la vida política.
Por lo demás, cada vez fue más intensa la lucha electoral y la movilización del electorado. Aunque el sistema electoral otorgaba un peso muy superior España rural, en las ciudades se produjo un paulatino aumento del voto libre que normalmente se otorgó a nuevas fuerzas políticas.
Este comportamiento político nuevo corrió paralelo a un significativo desarrollo socioeconómico en España durante las dos primeras décadas del siglo XX.
La dictadura de Primo de Rivera (Tema 13)
El clima favorable a una intervención militar en la vida política era claramente perceptible en 1923; La extrema derecha anti parlamentaria, por su parte, reclamaba abiertamente una solución autoritaria como única salida a la crisis social y política. La toma del poder de Mussolini en Italia, en octubre de 1922, servirá de ejemplo y estímulo para quienes abogaban por esa solución dictatorial.
Hacía tiempo que un grupo de militares, los llamados generales del “cuadrilátero” conspiraban de una manera muy poco discreta en Madrid, pero la corte sólo tomó cuerpo cuando, en Barcelona, el general Miguel Primo de Rivera tomó la decisión de acaudillarlo.
El golpe militar se llevó a cabo con su capacidad y sin derramamiento de sangre. Ni el gobierno ni la población opusieron resistencia. En un primer momento el pronunciamiento de Primo de Rivera fue bien acogido de forma general entre la opinión pública. El régimen estaba tan desgastados que cualquier cambio con promesas de saneamiento político era visto con esperanza.
Mullen sintonía con el anhelo de regeneración nacional compartido por la mayoría de la sociedad española, Primo de Rivera se presentaba como es la “cirujano de hierro” que el país necesitaba.
El crack de 1929, la Gran Depresión, el Jueves Negro (Parte Primera) (Tema 14)
La economía norteamericana, a diferencia de la europea, había salido enormemente reforzada tras la Primera Guerra Mundial. No sólo no había sufrido los efectos destructivos de la contienda sino que, además, se nutrirá del pago de las deudas de guerra que los países aliados habían contraído con Estados Unidos y que ascendían a 10.000 millones de dólares. Éste flujo de capitales provocó un extraordinario crecimiento de las inversiones en Norteamérica.
Esta expansión económica, acompañada de un fuerte aumento de la productividad, se basó fundamentalmente en la construcción de viviendas, el aumento de la producción de energía eléctrica y el desarrollo de la industria automovilística.
Pero esta situación de bonanza comenzó a quebrarse a finales de la década. En 1928, los Estados Unidos sufrieron una crisis de sobreproducción que se tradujo en una importante caída de los precios, descenso en el ritmo de construcción de viviendas y obras públicas, y un fuerte incremento de las actividades especulativas, el verano de ese año las autoridades monetarias trataron de frenar sin éxito.
El crack de 1929, la Gran Depresión, el Jueves Negro (Parte Segunda) (Tema 14)
El 24 octubre 1929, conocido como el “jueves negro”, tuvo lugar el desplome de la bolsa de Nueva York, con una espectacular caída de las cotizaciones y la pérdida vertiginosa del valor de las acciones, que produjo la ruina de miles de accionistas y pequeños inversores que había confiado a la bolsa todos sus ahorros.
El crack bursátil motivó una reacción en cadena del sistema financiero, y numerosos bancos empezaron a tener problemas de solvencia y liquidez.
Enseguida la crisis de la bolsa desencadenó una importante recesión de la economía norteamericana. Descendieron los ingresos públicos y, al aumentar los gastos, esto condujo inevitablemente al déficit presupuestario.
El crack de 1929, la Gran Depresión, el Jueves Negro (Parte Tercera) (Tema 14)
Las medidas económicas tomadas por el gobierno republicano de Herbert Hoover agudizaron notablemente la depresión impidieron la recuperación de la economía. El sistema monetario internacional se vio gravemente afectado, pues la contracción del dinero en circulación, causada sobre todo por las quiebras bancarias, condujo a que la mayoría de las naciones abandonarán la fijación de sus monedas en relación al oro, un sistema que ya era poco eficaz tras el final de la Primera Guerra Mundial.
Las consecuencias sociales fueron muy graves, pues se produjo un importante deterioro del nivel de vida y un enorme crecimiento del paro, cuyas cifras de desempleo alcanzaron en 1933 el 25% de la población activa.
El fascismo italiano (Tema 15)
La mayoría de los Estados europeos excepto Turquía y la Unión Soviética tenían regímenes democráticos en torno a los años veinte, pero sin embargo a finales de la década de los treinta sólo sobrevivían once democracias, que en su mayoría pertenecían a la zona noroccidental de Europa, la zona económica más desarrolladas del continente.
De entre las diferentes dictaduras que surgen en estos años merecen una especial atención las que se vieron en los países más desarrollados, como son Italia y Alemania. Ambas eran de signo totalitario con un partido único que se imponía a todos los ciudadanos, se adueñaba de los mecanismos del estado y eliminada toda crítica y capacidad de disentir frente al sistema político impuesto. Los individuos están subordinados al estado. Los regímenes fascistas ignoran los derechos individuales de los ciudadanos se produce una exaltación del líder carismático que representa a la nación entera. Esta no puede expresar su voluntad mediante el voto de la mayoría, ya que las elecciones se consideran un espectáculo inútil. Se parte de la desigualdad de los hombres y, por tanto, se rechazaron la democracia tiene los mismos derechos a todos.
Con facilidad se pasa del nacionalismo al imperialismo, una gran región encuentra su horizonte en la formación del imperio en los regímenes fascistas se orienta la propaganda a favor de la xenofobia.
En esta línea racionalista se desarrollaron ayer ante la superioridad de la raza con el jefe.

Historia
Vídeos